El viejo periodismo, obstáculo para la regeneración democrática (uno)
Por Francisco Rubiales
Afirma Joaquín Estefanía, ex director de "El País", que los grandes problemas actuales del periodismo son "la autocensura, como producto del miedo a investigar por posibles represalias de las fuentes, medios, políticos, o por los propios compañeros; el gregarismo, puesto que los medios de comunicación son unas empresas que fabrican la misma información y todos le siguen, no se busca la noticia sin añadir algo a lo ya existente; y el amarillismo periodístico, promovido, sobre todo por los medios audiovisuales".
Estamos de acuerdo y agregamos que esos tres defectos son consecuencia del miedo, de la alteración de la escala de valores y del mercantilismo, tres enfermedades que están convirtiendo al periodismo actual en un triste espectro de lo que fue. Si a estos males se le añade el enorme peso adquirido por el ambiente político que rodea al periodismo, dominado por la dictadura de las mayorías vencedoras y la humillación de las minorías derrotadas, el panorama es realmente preocupante, sobre todo porque sin un periodismo valiente y fiel a sus principios originales no será posible la regeneración de la democracia.
El camino emprendido por buena parte del periodismo actual es un callejón sin salida que tiene efectos altamente nocivos sobre la cultura de nuestro tiempo. El progresivo alejamiento de los postulados originales, aquellos que distinguían al periodismo como pieza clave de la democracia por su capacidad de crear opinión, de ayudar al autogobierno de los ciudadanos y de controlar a los poderes públicos, cuya tendencia a acumular poder y a neutralizar a la sociedad civil es devastadora, constituye uno de los mayores problemas políticos y culturales del siglo.
Es evidente que la política, por su creciente poder y por su capacidad de crear información y debate, ha logrado fascinar a numerosas empresas periodísticas, hasta el punto de configurarse un contubernio cuyas dos primeras consecuencias han sido llenar las páginas de los noticieros y periódicos de información política, desplazando a otras informaciones de mayor interés para el ciudadano, y fraguar alianzas de intereses y de poder entre los editores y los políticos profesionales.
Como consecuencia, muchos medios han dejado de ser de los ciudadanos y han pasado a ser de este o de aquel partido político, lo que constituye una perversión de las reglas democráticas básicas de consecuencias muy peligrosas. La sociedad civil, que en los albores de la democracia moderna ya tenía ante si la titánica tarea de contrapesar el poder de los partidos y de los gobiernos, al ser abandonada por los medios de prensa ha quedado desarmada y se ha convertido en la gran victima de la partitocracia.
El viejo periodismo, obstáculo para la regeneración democrática (dos y final)
Por Francisco Rubiales
Es evidente que el análisis no es extensible a todos los medios, pero sí a muchos, a demasiados para desgracia de los demócratas. El periodismo moderno, cada día más poderoso, mercantilista, amarillista, alejado del ciudadano, enrolado en alianzas inconfesables con el poder e incapaz de sustraerse a su mayor tentación, la de poner y quitar gobiernos, se está convirtiendo en el mayor obstáculo para esa regeneración de la democracia que reclaman desde todos los rincones del planeta los ciudadanos más conscientes, cultos e inquietos.
Y la primera consecuencia de esa "traición" a la ciudadanía es la caída en barrena de la imagen del periodista. Las encuestas reflejan que esa misma sociedad que antes los consideraba héroes, los percibe ahora como engreídos, aliados del poder, mentirosos y más obsesionados por aumentar la audiencia que por servir a la verdad y al ciudadano. Los periodistas son ahora visibles y ostentosos en las calles, pero se han hecho invisibles en las redacciones, donde, vergonzosamente, han cedido el poder a las empresas y a los publicistas. El interés por la verdad está retrocediendo ante la obsesión por proporcionar audiencia a la publicidad. Los antiguos lectores consideran ahora al periodista menos creíble que un alcalde o un político profesional, algo inimaginable hace apenas unos años.
La segunda consecuencia ya es visible: el auge de los medios electrónicos y de fenómenos como los blogs, que debe entenderse como la reacción de la sociedad para recuperar lo que ha perdido, para ocupar los espacios vacíos dejados por el periodismo de siempre.
El periodismo está en su gran coyuntura histórica y deberá decidir pronto qué misión quiere desempeñar en el nuevo siglo, si quiere contribuir a la regeneración democrática o si desea apuntalar los nuevos poderes abusivos. Si los periodistas no recuperan el poder perdido en las redacciones y vuelven a defender los derechos del ciudadano, por encima del de los políticos y los consorcios económicos dominantes, entonces deberán hacer frente a conflictos de gran alcance, el principal de los cuales quizás sea perder definitivamente el apoyo de aquellos ciudadanos que les elevaron al altar del heroismo cívico y que le otorgaron privilegios, pero a cambio de que la prensa controlara a los poderes insaciables y reforzara las libertades y derechos ciudadanos.
Fin
Bueno, es un artículo de mi amigo Dr en Periodismo Francisco Rubiales en España y que dará para pensar a los medios y periodistas Chilenos. Saludos y felicitaciones a Franky, Rodrigo González Fernández, consultajuridica.blogspot.com